Después de tantos años conviviendo con el dolor y el fracaso, es difícil enfrentarse a lo bonito, porque estamos tan acostumbrados a vivir con tantas mochilas a nuestras espaldas que no sabemos manejar las instrucciones del sabor de una nueva oportunidad. Porque arrastramos los miedos y las inseguridades que el pasado nos hizo pagar a un precio muy caro. Toda esa gente que nos hizo daño no son más que meras piedras en el camino, en ocasiones, difíciles de saltar. Pero debemos ser más listos que todo eso, mirar hacia delante, sacar nuestra esencia y aprender de nuestros propios errores para no volver a cometerlos, para no volver a caer en las garras de aquellos que jamás merecieron estar en nuestra vida.
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