martes, 23 de diciembre de 2014

Harpócrates.

Llevar por vestido una piel de lobo cuajada de ojos y orejas, con lo que se quiere significar que debemos verlo y oírlo todo, pero hablar poco.

Que de todo se aprende, y no hay más que ver, que en este desierto abismal entre almas inertes, la perspectiva desde la vigésimo primera nube es diferente. Y llega a ser tan diferente que te lleva a tomar una moral individualista, una falsa soledad, que subyace la verdadera morada del hombre.

Simplemente de la misma forma que divisas el mar por primera vez, notas su brisa y la oyes como un vago susurro, de la misma forma debemos de actuar ante los mares de palabras, ante las brisas llenas de adversidades. En silencio, limitándonos a estar presentes sin llegar a estarlo.

Y es que la mejor forma de sentirse comprendido, es no tener nada para ello, así que, presto mi mente al vacío, que él se ocupe, que yo, pongo cuerpo y alma, pero no mente.

Veo, oigo y callo.

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